Las mujeres y los hombres somos
diferentes, y tenemos capacidades y necesidades distintas.
Pero ser diferente no quiere decir ser
inferior, ni siquiera cuando, a causa de la diferencia, se es, en algo más
débil o vulnerable. Cuando una persona daña a otra aprovechándose de que,
debido a diferencia tiene un poder o privilegio determinado, cometa un abuso
y puede estar incurriendo en un delito. En nuestra sociedad existe una cultura
discriminatoria de lo femenino, y con frecuencia los hombres -esposos, hijos,
jefes- abusan del poder que les da su fuerza o su autoridad y causan daños
patrimoniales, psicológicos o físicos, a las mujeres y a los niños que conviven
con ellos. También con frecuencia las autoridades no entienden debidamente a
las mujeres que acuden a denunciar un delito o a demandar un derecho, a pesar
de que nuestra Constitución dice expresamente que los hombres y las mujeres
somos iguales ante la Ley, la cual a de proteger a la familia. Las mujeres
deben defender sus derechos. Conviene que los conozcan y sepan que significan. En la
Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se ha hecho un esfuerzo de síntesis para explicar aquí, en forma sencilla,
aquellos que son esenciales. Las mujeres merecen el respeto de su pareja, de
sus hijos y de los demás miembros de la familia y de la sociedad.
En la familia las mujeres deben ser
respetadas, cuidadas y tomadas en cuenta de la misma manera que los hombres.